¿Cómo aplicar la asertividad en tu trabajo?

El Poder de la Asertividad en el Trabajo

Comunicar con Claridad y Respeto.

En un entorno profesional cada vez más complejo y cambiante, saber comunicar lo que se piensa y se siente sin agredir ni ceder en exceso se convierte en una habilidad esencial. La asertividad no es solo una forma de expresarse, sino una competencia clave para liderar, colaborar y construir relaciones laborales saludables.

Pero ¿qué entendemos realmente por asertividad en el trabajo? ¿Cómo se desarrolla? ¿Y qué impacto tiene en los equipos y las organizaciones?

 

Qué es la asertividad (y qué no es)

Ser una persona asertiva no significa decir todo lo que se piensa sin filtro. Tampoco implica ceder por evitar el conflicto. Asertividad es la capacidad de expresar opiniones, necesidades y emociones de forma clara, honesta y respetuosa, cuidando tanto el propio punto de vista como el de la otra persona.

No se trata de una actitud innata. Es una habilidad que se puede entrenar y que requiere conciencia, práctica y un entorno que favorezca la confianza y el respeto mutuo.

 

Los tres estilos de comunicación: pasividad, agresividad y asertividad

En el trabajo, solemos oscilar entre tres estilos de comunicación:

  • Pasivo: se evita decir lo que se piensa por miedo al conflicto o al rechazo. Se priorizan las necesidades de las otras personas y se silencian las propias.
  • Agresivo: se impone el propio punto de vista sin tener en cuenta el impacto que genera. Se comunica desde la confrontación, la exigencia o el juicio.
  • Asertivo: se expresa lo que se piensa o siente con claridad, sin herir ni someter. Se defiende una posición sin atacar y se establece un diálogo equilibrado.

Cada estilo tiene consecuencias distintas en la dinámica del equipo, en la gestión de tareas y en la cultura organizativa.

 

Por qué la asertividad es clave en el entorno laboral

La falta de asertividad genera tensión, malentendidos y desgaste emocional. En cambio, cuando las personas comunican con asertividad:

  • Se reducen los conflictos y se abordan con mayor rapidez y eficacia.
  • Mejora la colaboración entre equipos y áreas.
  • Se fortalece la confianza y la seguridad psicológica.
  • Aumenta la claridad en la toma de decisiones y en la asignación de responsabilidades.
  • Se protege el bienestar emocional sin descuidar los resultados.

En contextos de presión, cambios o incertidumbre, la asertividad permite mantener conversaciones difíciles desde la serenidad y el respeto.

 

Obstáculos frecuentes a la hora de ser asertivos

Muchas personas no se expresan con asertividad por diversas razones:

  • Miedo a decepcionar o a ser juzgadas.
  • Costumbre de evitar conflictos a cualquier precio.
  • Confusión entre ser amable y ceder constantemente.
  • Falta de modelos o referentes en su entorno profesional.

Además, en culturas organizativas donde se premia el silencio, la obediencia o el consenso superficial, puede resultar aún más difícil adoptar una comunicación asertiva.

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Cómo desarrollar la asertividad en el día a día

Entrenar la asertividad requiere intención y práctica. Algunas estrategias clave son:

  • Identificar los propios límites: saber qué se quiere, qué se necesita y qué no se está dispuesto a tolerar.
  • Usar el “yo” en lugar del “tú”: por ejemplo, decir “me incomoda esta forma de plantearlo” en lugar de “estás siendo irrespetuoso”.
  • Practicar la escucha activa: para comprender antes de responder, y para conectar con la intención de la otra persona.
  • Pedir lo que se necesita de forma concreta: evitar rodeos o indirectas que generan confusión.
  • Aceptar el desacuerdo sin dramatizarlo: ser asertivo no garantiza que la otra persona esté de acuerdo, pero sí abre la puerta a una negociación más honesta.

 

La asertividad en los equipos: cultura y contagio

Un equipo donde la asertividad está presente se caracteriza por conversaciones claras, expectativas explícitas y relaciones basadas en la confianza. Esto no significa ausencia de conflicto, sino capacidad para gestionarlo de forma constructiva.

Las personas que ejercen liderazgo tienen un papel clave en modelar este estilo de comunicación. Cuando se comunican de forma asertiva:

  • Invitan a los demás a hacer lo mismo.
  • Abren espacios donde las personas pueden expresar desacuerdos sin miedo.
  • Refuerzan una cultura de responsabilidad compartida.

La asertividad, por tanto, no solo mejora la comunicación, sino que impulsa la cohesión, el rendimiento y el bienestar del equipo.

 

Diferencia entre ser asertivo y ser impositivo

Una confusión habitual es pensar que ser asertivo implica ser seco o impositivo. De hecho, muchas personas evitan este estilo por miedo a parecer frías, distantes o demasiado exigentes.

Pero la asertividad no está reñida con la empatía ni con la amabilidad. Se puede ser firme sin dejar de ser cálido. Lo importante es cuidar tanto el contenido como la forma:

  • Decir lo que se piensa, sí, pero cuidando cómo se dice.
  • Defender una posición sin invalidar la del otro.
  • Poner límites con respeto, no desde la culpa o el enfado.

A largo plazo, las personas valoran más a quienes se comunican con claridad que a quienes evitan decir lo que piensan por miedo al conflicto.

 

Asertividad y gestión emocional

La asertividad no se construye solo desde la palabra. También implica una regulación emocional consciente. Para comunicar desde la calma y no desde la reacción, es fundamental:

  • Reconocer lo que sentimos antes de responder.
  • Hacer pausas si la emoción es muy intensa.
  • Preguntarnos qué queremos conseguir con lo que vamos a decir.

Una conversación puede cambiar radicalmente si esperamos unos segundos, respiramos y reformulamos desde un lugar más consciente.

En este sentido, la inteligencia emocional es una aliada poderosa. No se trata de reprimir lo que sentimos, sino de gestionarlo de forma que nos ayude a construir, no a romper.

 

Cómo influye el contexto cultural y organizativo

La manera en que se ejerce la asertividad varía según el entorno. No es lo mismo comunicar con claridad en una empresa con jerarquías rígidas que en una organización con cultura abierta y horizontal.

Algunas variables que influyen:

  • Estilo de liderazgo dominante: si se premia la obediencia o la confrontación, será más difícil adoptar un estilo asertivo.
  • Nivel de seguridad psicológica: cuanto más segura se siente una persona, más probabilidades tiene de expresar su opinión sin miedo.
  • Espacios de conversación formal e informal: si no existen espacios para hablar con sinceridad, se acumulan tensiones que luego estallan en momentos inadecuados.

Por eso, fomentar la asertividad no es solo una responsabilidad individual. También requiere transformar entornos para que las personas se sientan autorizadas a hablar con honestidad y respeto.

 

Señales de que falta asertividad en un equipo

Detectar la falta de asertividad puede ayudarnos a intervenir antes de que surjan conflictos mayores. Algunas señales frecuentes:

  • Reuniones donde nadie se atreve a cuestionar o discrepar.
  • Feedback inexistente o exclusivamente positivo, sin matices ni propuestas de mejora.
  • Acuerdos poco claros que luego se incumplen o se malinterpretan.
  • Comentarios pasivo-agresivos en pasillos, correos o grupos informales.
  • Personas que explotan después de semanas de acumular malestar.

Estas dinámicas no solo afectan el clima laboral. También impactan en la productividad, la toma de decisiones y la retención del talento.

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El rol de la asertividad en la resolución de conflictos

Los conflictos no desaparecen por evitarlos. Cuando no se abordan de forma clara y respetuosa, tienden a enquistarse o a derivar en enfrentamientos más duros.

La asertividad es clave para:

  • Expresar malestares sin atacar.
  • Escuchar activamente el punto de vista de la otra parte.
  • Buscar soluciones conjuntas sin caer en la imposición ni en la renuncia.

Además, permite hacer preguntas que abren nuevas perspectivas:

¿Qué necesitas para que esto funcione mejor? ¿Cómo podemos abordarlo sin perjudicarnos mutuamente? ¿Qué parte de responsabilidad tiene cada persona en este desacuerdo?

En lugar de buscar culpables, se busca comprensión y compromiso.

 

Herramientas prácticas para entrenar la asertividad

Existen diversas dinámicas y recursos que pueden ayudar a mejorar esta habilidad en entornos profesionales:

  1. Role plays y simulaciones: permiten practicar situaciones reales en un entorno seguro y obtener feedback constructivo.
  2. Diálogos estructurados: como la técnica del “mensaje yo”, que ayuda a expresar malestares sin generar defensividad.
  3. Feedback en 3 pasos: describir el hecho, expresar el impacto que ha tenido y proponer una alternativa.
  4. Diarios de comunicación: para reflexionar sobre conversaciones pasadas y pensar en formas más asertivas de abordarlas.
  5. Supervisión o mentoring: donde profesionales con más experiencia pueden ofrecer modelos de comunicación equilibrada.

Cuanto más se practican estas herramientas, más naturales resultan en el día a día.

 

Liderar desde la asertividad: ejemplo y coherencia

Las personas que ocupan posiciones de liderazgo tienen un impacto enorme en la manera en que se comunica en la organización. Su estilo se convierte, muchas veces, en modelo (consciente o no) para los demás.

Un liderazgo asertivo se caracteriza por:

  • Claridad en la comunicación de expectativas y decisiones.
  • Escucha real y disposición al diálogo.
  • Capacidad para dar feedback constructivo sin dañar la relación.
  • Gestión emocional ante situaciones difíciles o tensas.
  • Valor para decir lo incómodo de forma humana y directa.

Cuando quienes lideran practican la asertividad, el resto del equipo se siente más autorizado a hacer lo mismo. La cultura se contagia.

 

Asertividad y equidad: una mirada inclusiva

Es importante reconocer que no todas las personas parten del mismo lugar para desarrollar la asertividad. Factores como el género, el origen cultural, la posición jerárquica o la experiencia previa influyen en la percepción del riesgo al expresarse.

Por ejemplo:

  • Algunas mujeres profesionales han sido socializadas para priorizar la armonía sobre la confrontación, lo que puede dificultar la expresión directa.
  • Personas jóvenes o recién incorporadas pueden temer represalias si discrepan.
  • Personas migrantes pueden encontrarse con normas culturales diferentes a las de sus países de origen.

Por eso, promover la asertividad implica también construir entornos más equitativos, donde nadie sienta que alzar la voz puede poner en riesgo su legitimidad o su permanencia.

 

Un camino de práctica, no de perfección

Como cualquier competencia relacional, la asertividad no se domina de un día para otro. A veces saldrá bien, otras no tanto. Lo importante es aprender, ajustar y volver a intentarlo.

Cada conversación difícil es una oportunidad de entrenarla. Cada límite que ponemos desde el respeto, fortalece nuestra autoestima y mejora nuestras relaciones. Cada vez que escuchamos sin reaccionar, damos un paso más en ese camino.

 

¿Y si empezamos hoy?

La asertividad transforma conversaciones, relaciones y culturas. No se trata solo de mejorar la comunicación, sino de trabajar desde la honestidad, el respeto mutuo y la responsabilidad compartida.

En Talking Leaders Academy acompañamos a equipos y líderes que quieren dar este paso. Diseñamos experiencias de aprendizaje vivenciales, prácticas y conectadas con los retos reales del día a día.

Porque hablar claro también es cuidar.
Y en los equipos, eso marca la diferencia.